24/4/08

LA LLAMADA

(...)Como la han entendido los místicos marca lo que puede llamarse “el despertar del yo”. (...) Grande o pequeña, sin que tenga importancia el estado o grado de la vida, la llamada levanta siempre el velo que cubre un misterio de transfiguración; un rito, un momento, un paso espiritual que cuando se completa es el equivalente de una muerte y de un renacimiento. El horizonte familiar de la vida se ha sobrepasado, los viejos conceptos, ideales y patrones emocionales dejan de ser útiles, ha llegado el momento de pasar un umbral.

Son típicos de las circunstancias de la llamada el bosque oscuro, el gran árbol, la fuente que murmura y el asqueroso y despreciable aspecto del portador de la fuerza del destino.

(...) el rechazado, es la representación de esa profundidad inconsciente donde se acumulan todos los factores, leyes y elementos de la existencia que han sido rechazados, no admitidos, no reconocidos, ignorados, no desarrollados. (...) El heraldo o mensajero de la aventura, por lo tanto, es a menudo oscuro, odioso, o terrorífico, lo que el mundo juzga como el mal, pero que si uno pudiera seguirlo, se abriría un camino a través de las paredes del día hacia la oscuridad donde brillan las joyas. El heraldo puede ser una bestia, como en el cuento de hadas, donde representa la reprimida fecundidad instintiva que hay dentro de nosotros, o también una misteriosa figura velada, lo desconocido.

(...) Ya sea sueño o mito, hay en estas aventuras una atmósfera de irresistible fascinación en la figura que aparece repentinamente como una guía, para marcar un nuevo período, una nueva etapa en la biografía. Aquello que debe enfrentarse y que es de alguna manera profundamente familiar al inconsciente –aunque a la personalidad consciente sea desconocido, sorprendente y hasta aterrador- se da a conocer, y lo que anteriormente estaba lleno de significados se vuelve extrañamente vacío de valores (...) De aquí que aún cuando el héroe vuelva por un tiempo a sus ocupaciones familiares, puede encontrarlas infructuosas. Una serie de signo de fuerza creciente se hará visible entonces, hasta que las llamadas ya no puedan desoírse.

La negativa al llamado

La llamada no atendida convierte la aventura en una negativa. Encerrado en el fastidio, en el trabajo duro, o en la “cultura”, el individuo pierde el poder de la significante acción afirmativa y se convierte en una víctima que debe ser salvada. (...) Todo lo que puede hacer es crear nuevos problemas para sí mismo y esperar la aproximación gradual a su desintegración. (...) El individuo es hostigado, de día y de noche, por el ser divino que es la imagen del yo vivo dentro del laberinto cerrado de nuestra propia psique desorientada. Los senderos que llevan a las puertas se han perdido; no hay salida. El individuo sólo puede aferrarse a sí mismo furiosamente, como Satán, y estar en el infierno. O doblegarse, dejarse aniquilar por fin, en Dios.

LA AYUDA SOBRENATURAL



Para aquellos que no han rechazado la llamada, el primer encuentro de la jornada del héroe es con una figura protectora (a menudo una viejecita o un anciano), que proporciona al aventurero amuletos contra las fuerzas del dragón que debe aniquilar.

La viejecita servicial y el hada madrina son personajes familiares al reino de las hadas europeo; en las leyendas cristianas de los santos ese papel lo representa generalmente la Virgen.

Lo que representa esa figura es la fuerza protectora y benigna del destino. La fantasía es la seguridad, la promesa de que la paz del Paraíso, que fue primero conocida dentro del vientre materno, no ha de perderse; que sostiene el presente y está en el futuro tanto como el pasado (es omega y es alfa), que aunque la omnipotencia parezca amenazada por los pasajes de los umbrales y despertares a la vida, la fuerza protectora está siempre presente dentro del santuario del corazón y existe en forma inmanente dentro o detrás de las extrañas apariencias del mundo. El individuo tiene que saber y confiar, y los guardianes eternos aparecerán. Después de responder a su propia llamada y de seguir valerosamente las consecuencias que resultan, el héroe se encuentra poseedor de todas las fuerzas del inconsciente. La Madre Naturaleza misma apoya la poderosa empresa.

Protector y peligroso, maternal y paternal al mismo tiempo, este principio sobrenatural de la guardia y de la dirección une en sí mismo todas las ambigüedades del inconsciente, significando así el apoyo de nuestra personalidad consciente e ese otro sistema, más grande, pero también la inescrutabilidad del guía que se hace seguir por nosotros, con peligro de todos nuestros fines racionales.
El héroe a quien se aparece tal ayudante es típicamente el que ha respondido a la llamada. La llamada, de hecho, ha sido el primer anuncio de la aproximación de este sacerdote iniciador.

9/4/08

LA AVENTURA DEL HEROE / CAMPBELL

MOYERS: ¿Por qué hay tantas historias de héroes en la mitología?
CAMPBELL: Porque es lo que vale la pena escribir. Hasta en las novelas populares, el personaje principal es un héroe o heroína que ha hallado o hecho algo más allá de los logros y experiencias normales. Un héroe es alguien que ha dado su vida por algo más grande que él mismo.
M: Entonces, en todas las culturas, sea cual sea la indumentaria local que lleve el héroe, ¿cuál es la hazaña?
C: Bueno, hay dos tipos de hazaña. Una es la hazaña puramente física, en la que el héroe realiza un acto de valor en la batalla o salva una vida. El otro tipo de hazaña es espiritual en la que el héroe aprende a experimentar el espectro supranormal de la vida espiritual humana y luego vuelve con un mensaje. La aventura usual del héroe empieza con alguien a quien le han quitado algo, o que siente que falta algo a la experiencia normal disponible y permitida a los miembros de una sociedad. Esta persona entonces emprende una serie de aventuras más allá de lo ordinario, ya sea para recuperar algo de lo perdido o para descubrir algún elixir que da vida. Usualmente es un ciclo, una ida y una vuelta. (...) Se trata de una transformación psicológica fundamental que todos deben superar. En la infancia nos hallamos en una condición de dependencia bajo la protección y supervisión de alguien (...) De ningún modo eres un agente libre y responsable, sino alguien dependiente que obedece, y espera y recibe castigos y recompensas. Evolucionar de esta posición de inmadurez psicológica hasta el valor de la responsabilidad y la seguridad en sí mismo exige una muerte y una resurrección. Es el tema básico del periplo del héroe: salir de una condición y encontrar la fuente de la vida para regresar maduro y enriquecido.
(...)
M: ¿Qué significan las pruebas, exámenes y ordalías que debe sufrir el héroe?
C: Si consideramos las intenciones, las pruebas están destinadas a comprobar si el supuesto héroe lo es de verdad. ¿Está a la altura de su tarea? ¿Puede superar los peligros? ¿Tiene el valor, el conocimiento, la capacidad, que le permitan servir a los demás? (...) Si comprendes cuál es el verdadero problema (perderte a ti mismo, entregarte a algún fin superior), comprendes que eso es en sí mismo la prueba definitiva. Cuando dejamos de pensar en primer lugar en nosotros y en nuestra supervivencia, sufrimos una transformación realmente heroica de la conciencia. Y de eso tratan todos los mitos, de la transformación de una especie de conciencia en otra. Has estado pensando de un modo, ahora tienes que pensar de otro.
(...)
M: Entonces, ¿el heroísmo tiene un objetivo moral?
C: El objetivo moral es el de salvar a un pueblo, o salvar a una persona, o apoyar una idea. El héroe se sacrifica por algo... ahí está la moralidad del asunto.
(...)
M: ¿Tu estudio de la mitología te lleva a concluir que existe una única búsqueda humana (...)?
C: Existe un cierto tipo de mito que podría llamarse la búsqueda visionaria, salir en busca de una gracia, una visión, que tiene la misma forma en todas las mitologías. (...) Sales del mundo en el que vives y vas a una profundidad o una distancia o una altura. Allí encuentras lo que le faltaba a tu conciencia en el mundo donde antes habitabas. Después se plantea el dilema de aferrarse a eso, y dejar que el mundo se haga mil pedazos, o volver con esa gracia y tratar de conservarla al entrar nuevamente en tu mundo social. No es fácil.
(...)
M: ¿Y si el héroe vuelve tras superar sus pruebas, y el mundo no quiere lo que él le trae?
C: Ésa, por supuesto, es una experiencia normal. No siempre el mundo rechaza el don, sino que no sabe cómo recibirlo y cómo institucionalizarlo.
(...)
M: La gente habla de “ponerse en contacto con uno mismo”. ¿Qué crees que significa?
C: Es muy posible que uno llegue a estar tan influido por los ideales y dictados de su medio que no sepa lo que realmente quiere y lo que podría ser (...) Te han dado instrucciones precisas de lo que debes hacer en cada momento de tu vida (...).
M: ¿Qué nos dice la mitología sobre cómo ponernos en contacto con esa otra persona que es nuestra persona real?
C: La primera instrucción sería seguir los indicios del mito mismo y de tu gurú, tu maestro, que se supone que lo sabe (...) Un buen modo de aprender es encontrar un libro que se ocupe de los problemas con los que te enfrentas (...) Lo que hay que hacer es aprender a vivir en tu período de la historia como un ser humano. Eso es algo distinto, y puede hacerse.
M: ¿Cómo?
C: Aferrándote a tus propios ideales (...) rechazando las exigencias impersonales que te impone el sistema.
CAMPBEL: Tenemos dos clases de héroe: el que elige emprender el viaje y el que no. En una clase de aventura el héroe parte con responsabilidad e intencionalidad a realizar una hazaña. Por ejemplo al hijo de Ulises, Telémaco, le dijo Atenea: “Ve a buscar a tu padre”. Esa búsqueda de padre es una importante aventura heroica para la juventud. Es la aventura de encontrar tu carrera, tu naturaleza, tu fuente. La emprendes intencionadamente. O está la leyenda de la diosa sumeria del cielo, Inanna, que bajó al mundo subterráneo y se enfrentó a la muerte para devolver a su amado ala vida. Después hay aventuras en las que te encuentras metido, por ejemplo cuando te enrolan en el ejército. No lo querías hacer, pero ya estás ahí. Haz sufrido una muerte y resurrección, te has puesto un uniforme, eres otra criatura.
(...) MOYERS: ¿El aventurero que emprende esa clase de viaje es un héroe en el sentido mitológico?
C: Sí, porque siempre está dispuesto. En estas historias, al héroe le sucede la aventura para la que estaba preparado. La aventura es una manifestación simbólica de su carácter. Hasta el paisaje y las condiciones del ambiente se ponen de acuerdo en esta predisposición.
(...) C: Nuestra vida desarrolla nuestro carácter. A medida que avanzas descubres más sobre ti mismo. Por eso conviene ponerse en situaciones que hagan surgir tu naturaleza más elevada y no la más baja. “Y no nos dejes en la tentación”.
(...) M: Pero ¿una sociedad necesita héroes?
C: sí, creo que sí.
M: ¿Por qué?
C: Porque tiene que tener imágenes fijas, como astros, para ser coherentes todas estas tendencias a la separación, para reunirlas en alguna clase de intencionalidad.
M: Para seguir un camino.
C: Creo que sí. La nación debe tener de algún modo una intención, para operar como un poder único.
(...) M: A veces pienso que deberíamos sentir compasión por el héroe, más que admiración. Muchos de ellos han sacrificado sus propias necesidades por el prójimo.
C: Todos lo han hecho.
M: Y con frecuencia sus logros son destruidos por la incomprensión de sus seguidores.
(...) C: Muchos de ellos dan sus vidas. Pero el mito también dice que de la vida entregada surge una vida nueva. Puede no ser la vida del héroe, pero es una vida nueva, un modo nuevo de ser o devenir. (...) Un héroe legendario suele ser el fundador de algo: en fundador de una nueva época, de una nueva religión, de una ciudad, de un modo de vida nuevo. Para fundar algo nuevo, es preciso abandonar lo viejo e ir en busca de la idea semilla, la idea germinal que tendrá la potencialidad de dar a luz lo nuevo. (...) También podría decirse que la fundación de una vida, de tu vida o la mía, si vivimos nuestras vidas en lugar de imitar alguna ajena, proviene así mismo de una búsqueda. (...) Hoy el mundo es distinto de cómo era hace cincuenta años. Pero la vida interior del hombre es exactamente la misma.
(...) C: Los mitos inspiran la realización de la posibilidad de tu perfección, la plenitud de tu fuerza y el aporte de luz solar en el mundo. Matar monstruos es matar las cosas oscuras. El mito te atrapa en tu interior.
(...)
M: ¿Cómo mato a ese dragón que hay en mí? ¿Cuál es el viaje que cada uno tiene que hacer, lo que tu llamas “la elevada aventura del alma”?
C: Mi fórmula general para mis estudiantes es: “Seguid el camino de vuestro corazón. Encontrar dónde está, y no temas internaros allí”. (...) Si el trabajo que estás haciendo es el que elegiste hacer porque lo disfrutas, entonces es el trabajo. Pero si piensas: “¡Oh, no! ¡ No podría hacerlo!”, es el dragón bloqueándote el paso.
(...) M: En este sentido, a diferencia de héroes como Prometeo o Jesús, no partimos en nuestro viaje para salvar al mundo sino para salvarnos a nosotros mismos.
C: Pero al hacerlo, salvas al mundo. La influencia de una persona vital vitaliza, de eso no hay duda alguna. El mundo sin espíritu es un terreno baldío. La gente tiene la idea de que se puede salvar el mundo cambiando las cosas de lugar, cambiando las reglas, cambiando de lugar a los que mandan, y cosas así. ¡No, no! Cualquier mundo es válido si está vivo. Lo que hay que hacer es darle vida, y el único modo de hacerlo es hallar en tu propio caso dónde está la vida y volverte vivo tú mismo.
“El poder del mito”
Joseph Campbell en diálogo con Bill Moyers
Emecé Editores, Barcelona, 1991
Cap. V: “La aventura del héroe”