10/6/08

El encuentro con la diosa

La última aventura, cuando todas las barreras y los ogros han sido vencidos, se representa comúnmente como un matrimonio místico del alma triunfante del héroe con la Reina Diosa del Mundo.
Es el modelo de todos los modelos de belleza, la réplica de todo deseo, la meta que otorga la dicha a búsqueda terrena y no terrena de todos lo héroes. Es madre, hermana, amante, esposa. Todo lo que se ha anhelado en el mundo, todo lo que ha parecido promesa de júbilo, es una premonición de su existencia, ya sea en la profundidad de los sueños, o en las ciudades y bosques del mundo. Porque ella es la encarnación de la promesa de la perfección; la seguridad que tiene el alma de que al final de su exilio en un mundo de inadecuaciones organizadas, la felicidad que una vez se conoció será reconocida de nuevo: la madre confortante, nutricia, la “buena” madre, joven y bella, que nos fue conocida y que probamos en el pasado más remoto. El tiempo la hizo desaparecer y sin embargo existe, como quien duerme en la eternidad, en el fondo de un mar intemporal.
La imagen recordada no es sólo benigna, sin embargo, también es la madre “mala”: 1) la madre ausente, inalcanzable, en contra de quien se dirigen las fantasías agresivas y de quien se teme una igual respuesta agresiva; 2) la madre que obstaculiza, que prohibe, que castiga; 3)la madre que se apodera del niño que crece y trata de huir; y finalmente 4) la madre deseada pero prohibida (complejo de Edipo) cuya presencia es una incitación a los deseos peligrosos (complejo de castración); estas imágenes persisten en la tierra escondida del recuerdo de la infancia del adulto y a veces se convierten en la fuerza más poderosa.
La figura mitológica de la Madre Universal imputa al cosmos los atributos femeninos de la primera presencia, nutritiva y protectora.
También es la muerte de todo lo que muere. Todo el proceso de la existencia queda comprendido dentro de su poder, desde el nacimiento, la adolescencia, la madurez, la ancianidad y la tumba. Es el vientre y la tumba. Así reúne el “bien” y el “mal” exhibiendo las dos formas de la madre recordada, no sólo la personal sino la universal. Se espera que el devoto contemple a las dos con ecuanimidad. A través de este ejercicio su espíritu queda purgado de sus sentimentalismos y resentimientos infantiles e inapropiados y su mente abierta a la inescrutable presencia que existe como ley e imagen de la naturaleza del ser, y no primariamente como el “bien” y el “mal”, como el bienestar y la desesperación con respecto a su conveniencia humana infantil.
Sólo los genios capaces de las más altas realizaciones pueden soportar la revelación completa de la sublimidad de esta diosa. Para los hombres de menores alcances, ella reduce sus fulgores y se permite aparecer en formas concordantes con las fuerzas no desarrolladas. Contemplarla en su plenitud sería un terrible accidente para cualquier persona que no estuviera espiritualmente preparada.
El héroe que puede tomarla como es, sin reacciones indebidas, con la seguridad y la bondad que ella requiere, es potencialmente el rey, el dios encargado, en la creación del mundo de ella.
El encuentro con la diosa es la prueba final del talento del héroe para ganar el don del amor, que es la vida en sí misma, que se disfruta como estuche de la eternidad. Y cuando el aventurero no es un joven sino una doncella, ella es quien, por medio de sus cualidades, su belleza o su deseo, está destinada a convertirse en la consorte de un ser inmortal. Entonces el marido celeste desciende a ella y la conduce a su lecho, ya sea que ella lo quiera o no. Si ella lo rechaza, se ciega para siempre; si lo busca, su deseo encuentra paz. Cuando Psique hubo llevado a cabo todos los difíciles trabajos, Júpiter mismo le concedió el elíxir de la inmortalidad; de manera que siempre estuvo unida a Cupido, su amado, en el paraíso de la forma perfecta.


“El héroe de las mil caras”
Joseph Campbell
Fondo de Cultura Económica, Argentina, 2005
Cap. II, “La Iniciación”

La reconciliación con el padre

El aspecto de ogro del padre es un reflejo del propio ego de la víctima, derivado de la sensacional escena infantil que se ha dejado atrás, pero que ha sido proyectada para el futuro.
La reconciliación no consiste sino en el abandono de ese doble monstruo generado por el individuo mismo; el dragón que se piensa como Dios (superego) y el dragón que se piensa como Pecado (el id reprimido). Pero esto requiere abandonar la unión al yo mismo y eso es lo difícil. El individuo debe tener fe en la misericordia del padre y debe confiar en esa misericordia. Por lo tanto, el centro de la creencia se traslada fuera del apretado anillo del dios demoníaco, y los ogros temibles desaparecen.
Es en esta prueba donde se abre la posibilidad de que el héroe derive esperanza y seguridad de la figura femenina protectora, por cuya magia es protegido a través de todas las aterradoras experiencias de la iniciación en el padre que hace desfallecer al ego. Porque ya es imposible confiar en el rostro aterrador del padre, la fe del individuo debe centrarse en otra parte y con la seguridad de esa ayuda, el individuo soporta la crisis, sólo para descubrir, al final, que el padre y la madre se reflejan el uno al otro y que son en esencia los mismos. Y ahora tiene el poder, en consecuencia, de jugar él mismo el papel del iniciador, el guía, la puerta del sol, a través de la cual se puede pasar de las iluminaciones infantiles del “bien” y del “mal”, a una experiencia de la majestuosa fuerza cósmica, purgada de la esperanza y el temor, y en paz con el entendimiento de la revelación del ser. El héroe trasciende la vida y su peculiar punto ciego, y por un momento se eleva hasta tener una visión de la fuente. Contempla la cara del padre, comprende y los dos se reconcilian.


“El héroe de las mil caras”
Joseph Campbell
Fondo de Cultura Económica, Argentina, 2005
Cap. II, “La Iniciación”

19/5/08

LAS PRUEBAS


Una vez atravesado el umbral, el héroe se mueve en un paisaje de sueño poblado de formas curiosamente fluidas y ambiguas, en donde debe pasar por una serie de pruebas.
Ésta es la fase favorita de la aventura mítica.


El héroe es solapadamente ayudado por el consejo, los amuletos y los agentes secretos del ayudante sobrenatural que encontró antes de su entrada a esta región. O pudiera ser que por primera vez descubra aquí la existencia de la fuerza benigna que ha de sostenerlo en este paso sobrehumano.

Uno de los ejemplos más encantadores y mejor conocidos es el de las “tareas difíciles” que Psique tuvo que desarrollar para recobrar a su perdido amante, Cupido. Siendo Venus la madre celosa que esconde a su hijo Cupido, cuando Psique se presentó suplicante ante ella, la diosa la tomó violentamente por los cabellos y le estrelló la cabeza en el suelo, luego tomó una gran cantidad de trigo, cebada, mijo, semillas de adormidera, guisantes, lentejas y frijoles, los mezcló y ordenó a la joven que los separara antes del anochecer. Psique recibió la ayuda de un ejército de hormigas. Venus le dijo después que cortara la lana de oro de cierto peligroso ganado salvaje, de cuerno agudo y mordedura venenosa, que habitaba en un valle inaccesible dentro de un bosque peligroso. Pero una caña verde la instruyó acerca de cómo recoger de las cañas del valle los mechones de oro que dejaba el ganado a su paso. La diosa le pidió después una botella de agua de una fuente helada que estaba en una roca alta como una torre y cuidada por dragones insomnes. Un águila se acercó y llevó a cabo la maravillosa hazaña. Finalmente se le ordenó a Psique que trajera del abismo del mundo subterráneo una caja llena de la belleza sobrenatural. Una alta torre le dijo cómo bajar a ese mundo, le dio dinero para Caronte y comida para el Cancerbero y la puso en camino.

Este es el proceso de disolución, de trascendencia o de transmutación de las imágenes infantiles de nuestro pasado personal. En nuestros sueños encontramos todavía los eternos peligros, las quimeras, las pruebas, los ayudantes secretos y las figuras instructoras, y en sus formas podemos ver reflejado no sólo el cuadro de nuestro presente caso sino también la clave de lo que debemos hacer para salvarnos.


La prueba es una profundización del problema del primer umbral.

La partida original a la tierra de las pruebas representa solamente el principio del sendero largo y verdaderamente peligroso de las conquistas iniciadoras y los momentos de iluminación.

Habrá que matar los dragones y que traspasar sorprendentes barreras, una, otra y otra vez.
Mientras tanto se registrará una multitud de victorias preliminares, de éxtasis pasajeros y reflejos momentáneos de la tierra maravillosa.

1/5/08

EL GUARDIAN


El cruce del primer umbral

Con las personificaciones de su destino para guiarlo y ayudarlo, el héroe avanza en su aventura hasta que llega al “guardián del umbral”, a la entrada de la zona de la fuerza magnificada. Tales custodios protegen al mundo en las cuatro direcciones, también de arriba abajo, irguiéndose en los límites de la esfera actual del héroe u horizonte vital. Detrás de ellos está la oscuridad, lo desconocido y el peligro; así como detrás de la vigilancia paternal está el peligro para el niño, y detrás de la protección de su sociedad está el peligro para el miembro de la tribu.

La aventura es siempre y en todas partes un pasar más allá del velo de lo conocido a lo desconocido;
las fuerzas que cuidan la frontera son peligrosas; tratar con ellas es arriesgado,
pero el peligro desaparece para aquel que es capaz y valeroso.

El templo interior, (...) la tierra celeste, detrás, arriba y debajo de los confines del mundo, son una y la misma cosa. Por eso las proximidades y entradas de los templos están flanqueadas y defendidas por gárgolas colosales: dragones, leones, exterminadores de demonios con espadas desenvainadas, genios resentidos, toros alados. Estos son los guardianes del umbral que apartan a los que son incapaces de afrontar los grandes silencios del interior.

Alegóricamente, pues, la entrada al templo denota (...) el acto que es el centro de la vida, el acto que es la renovación de la vida.

24/4/08

LA LLAMADA

(...)Como la han entendido los místicos marca lo que puede llamarse “el despertar del yo”. (...) Grande o pequeña, sin que tenga importancia el estado o grado de la vida, la llamada levanta siempre el velo que cubre un misterio de transfiguración; un rito, un momento, un paso espiritual que cuando se completa es el equivalente de una muerte y de un renacimiento. El horizonte familiar de la vida se ha sobrepasado, los viejos conceptos, ideales y patrones emocionales dejan de ser útiles, ha llegado el momento de pasar un umbral.

Son típicos de las circunstancias de la llamada el bosque oscuro, el gran árbol, la fuente que murmura y el asqueroso y despreciable aspecto del portador de la fuerza del destino.

(...) el rechazado, es la representación de esa profundidad inconsciente donde se acumulan todos los factores, leyes y elementos de la existencia que han sido rechazados, no admitidos, no reconocidos, ignorados, no desarrollados. (...) El heraldo o mensajero de la aventura, por lo tanto, es a menudo oscuro, odioso, o terrorífico, lo que el mundo juzga como el mal, pero que si uno pudiera seguirlo, se abriría un camino a través de las paredes del día hacia la oscuridad donde brillan las joyas. El heraldo puede ser una bestia, como en el cuento de hadas, donde representa la reprimida fecundidad instintiva que hay dentro de nosotros, o también una misteriosa figura velada, lo desconocido.

(...) Ya sea sueño o mito, hay en estas aventuras una atmósfera de irresistible fascinación en la figura que aparece repentinamente como una guía, para marcar un nuevo período, una nueva etapa en la biografía. Aquello que debe enfrentarse y que es de alguna manera profundamente familiar al inconsciente –aunque a la personalidad consciente sea desconocido, sorprendente y hasta aterrador- se da a conocer, y lo que anteriormente estaba lleno de significados se vuelve extrañamente vacío de valores (...) De aquí que aún cuando el héroe vuelva por un tiempo a sus ocupaciones familiares, puede encontrarlas infructuosas. Una serie de signo de fuerza creciente se hará visible entonces, hasta que las llamadas ya no puedan desoírse.

La negativa al llamado

La llamada no atendida convierte la aventura en una negativa. Encerrado en el fastidio, en el trabajo duro, o en la “cultura”, el individuo pierde el poder de la significante acción afirmativa y se convierte en una víctima que debe ser salvada. (...) Todo lo que puede hacer es crear nuevos problemas para sí mismo y esperar la aproximación gradual a su desintegración. (...) El individuo es hostigado, de día y de noche, por el ser divino que es la imagen del yo vivo dentro del laberinto cerrado de nuestra propia psique desorientada. Los senderos que llevan a las puertas se han perdido; no hay salida. El individuo sólo puede aferrarse a sí mismo furiosamente, como Satán, y estar en el infierno. O doblegarse, dejarse aniquilar por fin, en Dios.

LA AYUDA SOBRENATURAL



Para aquellos que no han rechazado la llamada, el primer encuentro de la jornada del héroe es con una figura protectora (a menudo una viejecita o un anciano), que proporciona al aventurero amuletos contra las fuerzas del dragón que debe aniquilar.

La viejecita servicial y el hada madrina son personajes familiares al reino de las hadas europeo; en las leyendas cristianas de los santos ese papel lo representa generalmente la Virgen.

Lo que representa esa figura es la fuerza protectora y benigna del destino. La fantasía es la seguridad, la promesa de que la paz del Paraíso, que fue primero conocida dentro del vientre materno, no ha de perderse; que sostiene el presente y está en el futuro tanto como el pasado (es omega y es alfa), que aunque la omnipotencia parezca amenazada por los pasajes de los umbrales y despertares a la vida, la fuerza protectora está siempre presente dentro del santuario del corazón y existe en forma inmanente dentro o detrás de las extrañas apariencias del mundo. El individuo tiene que saber y confiar, y los guardianes eternos aparecerán. Después de responder a su propia llamada y de seguir valerosamente las consecuencias que resultan, el héroe se encuentra poseedor de todas las fuerzas del inconsciente. La Madre Naturaleza misma apoya la poderosa empresa.

Protector y peligroso, maternal y paternal al mismo tiempo, este principio sobrenatural de la guardia y de la dirección une en sí mismo todas las ambigüedades del inconsciente, significando así el apoyo de nuestra personalidad consciente e ese otro sistema, más grande, pero también la inescrutabilidad del guía que se hace seguir por nosotros, con peligro de todos nuestros fines racionales.
El héroe a quien se aparece tal ayudante es típicamente el que ha respondido a la llamada. La llamada, de hecho, ha sido el primer anuncio de la aproximación de este sacerdote iniciador.

9/4/08

LA AVENTURA DEL HEROE / CAMPBELL

MOYERS: ¿Por qué hay tantas historias de héroes en la mitología?
CAMPBELL: Porque es lo que vale la pena escribir. Hasta en las novelas populares, el personaje principal es un héroe o heroína que ha hallado o hecho algo más allá de los logros y experiencias normales. Un héroe es alguien que ha dado su vida por algo más grande que él mismo.
M: Entonces, en todas las culturas, sea cual sea la indumentaria local que lleve el héroe, ¿cuál es la hazaña?
C: Bueno, hay dos tipos de hazaña. Una es la hazaña puramente física, en la que el héroe realiza un acto de valor en la batalla o salva una vida. El otro tipo de hazaña es espiritual en la que el héroe aprende a experimentar el espectro supranormal de la vida espiritual humana y luego vuelve con un mensaje. La aventura usual del héroe empieza con alguien a quien le han quitado algo, o que siente que falta algo a la experiencia normal disponible y permitida a los miembros de una sociedad. Esta persona entonces emprende una serie de aventuras más allá de lo ordinario, ya sea para recuperar algo de lo perdido o para descubrir algún elixir que da vida. Usualmente es un ciclo, una ida y una vuelta. (...) Se trata de una transformación psicológica fundamental que todos deben superar. En la infancia nos hallamos en una condición de dependencia bajo la protección y supervisión de alguien (...) De ningún modo eres un agente libre y responsable, sino alguien dependiente que obedece, y espera y recibe castigos y recompensas. Evolucionar de esta posición de inmadurez psicológica hasta el valor de la responsabilidad y la seguridad en sí mismo exige una muerte y una resurrección. Es el tema básico del periplo del héroe: salir de una condición y encontrar la fuente de la vida para regresar maduro y enriquecido.
(...)
M: ¿Qué significan las pruebas, exámenes y ordalías que debe sufrir el héroe?
C: Si consideramos las intenciones, las pruebas están destinadas a comprobar si el supuesto héroe lo es de verdad. ¿Está a la altura de su tarea? ¿Puede superar los peligros? ¿Tiene el valor, el conocimiento, la capacidad, que le permitan servir a los demás? (...) Si comprendes cuál es el verdadero problema (perderte a ti mismo, entregarte a algún fin superior), comprendes que eso es en sí mismo la prueba definitiva. Cuando dejamos de pensar en primer lugar en nosotros y en nuestra supervivencia, sufrimos una transformación realmente heroica de la conciencia. Y de eso tratan todos los mitos, de la transformación de una especie de conciencia en otra. Has estado pensando de un modo, ahora tienes que pensar de otro.
(...)
M: Entonces, ¿el heroísmo tiene un objetivo moral?
C: El objetivo moral es el de salvar a un pueblo, o salvar a una persona, o apoyar una idea. El héroe se sacrifica por algo... ahí está la moralidad del asunto.
(...)
M: ¿Tu estudio de la mitología te lleva a concluir que existe una única búsqueda humana (...)?
C: Existe un cierto tipo de mito que podría llamarse la búsqueda visionaria, salir en busca de una gracia, una visión, que tiene la misma forma en todas las mitologías. (...) Sales del mundo en el que vives y vas a una profundidad o una distancia o una altura. Allí encuentras lo que le faltaba a tu conciencia en el mundo donde antes habitabas. Después se plantea el dilema de aferrarse a eso, y dejar que el mundo se haga mil pedazos, o volver con esa gracia y tratar de conservarla al entrar nuevamente en tu mundo social. No es fácil.
(...)
M: ¿Y si el héroe vuelve tras superar sus pruebas, y el mundo no quiere lo que él le trae?
C: Ésa, por supuesto, es una experiencia normal. No siempre el mundo rechaza el don, sino que no sabe cómo recibirlo y cómo institucionalizarlo.
(...)
M: La gente habla de “ponerse en contacto con uno mismo”. ¿Qué crees que significa?
C: Es muy posible que uno llegue a estar tan influido por los ideales y dictados de su medio que no sepa lo que realmente quiere y lo que podría ser (...) Te han dado instrucciones precisas de lo que debes hacer en cada momento de tu vida (...).
M: ¿Qué nos dice la mitología sobre cómo ponernos en contacto con esa otra persona que es nuestra persona real?
C: La primera instrucción sería seguir los indicios del mito mismo y de tu gurú, tu maestro, que se supone que lo sabe (...) Un buen modo de aprender es encontrar un libro que se ocupe de los problemas con los que te enfrentas (...) Lo que hay que hacer es aprender a vivir en tu período de la historia como un ser humano. Eso es algo distinto, y puede hacerse.
M: ¿Cómo?
C: Aferrándote a tus propios ideales (...) rechazando las exigencias impersonales que te impone el sistema.
CAMPBEL: Tenemos dos clases de héroe: el que elige emprender el viaje y el que no. En una clase de aventura el héroe parte con responsabilidad e intencionalidad a realizar una hazaña. Por ejemplo al hijo de Ulises, Telémaco, le dijo Atenea: “Ve a buscar a tu padre”. Esa búsqueda de padre es una importante aventura heroica para la juventud. Es la aventura de encontrar tu carrera, tu naturaleza, tu fuente. La emprendes intencionadamente. O está la leyenda de la diosa sumeria del cielo, Inanna, que bajó al mundo subterráneo y se enfrentó a la muerte para devolver a su amado ala vida. Después hay aventuras en las que te encuentras metido, por ejemplo cuando te enrolan en el ejército. No lo querías hacer, pero ya estás ahí. Haz sufrido una muerte y resurrección, te has puesto un uniforme, eres otra criatura.
(...) MOYERS: ¿El aventurero que emprende esa clase de viaje es un héroe en el sentido mitológico?
C: Sí, porque siempre está dispuesto. En estas historias, al héroe le sucede la aventura para la que estaba preparado. La aventura es una manifestación simbólica de su carácter. Hasta el paisaje y las condiciones del ambiente se ponen de acuerdo en esta predisposición.
(...) C: Nuestra vida desarrolla nuestro carácter. A medida que avanzas descubres más sobre ti mismo. Por eso conviene ponerse en situaciones que hagan surgir tu naturaleza más elevada y no la más baja. “Y no nos dejes en la tentación”.
(...) M: Pero ¿una sociedad necesita héroes?
C: sí, creo que sí.
M: ¿Por qué?
C: Porque tiene que tener imágenes fijas, como astros, para ser coherentes todas estas tendencias a la separación, para reunirlas en alguna clase de intencionalidad.
M: Para seguir un camino.
C: Creo que sí. La nación debe tener de algún modo una intención, para operar como un poder único.
(...) M: A veces pienso que deberíamos sentir compasión por el héroe, más que admiración. Muchos de ellos han sacrificado sus propias necesidades por el prójimo.
C: Todos lo han hecho.
M: Y con frecuencia sus logros son destruidos por la incomprensión de sus seguidores.
(...) C: Muchos de ellos dan sus vidas. Pero el mito también dice que de la vida entregada surge una vida nueva. Puede no ser la vida del héroe, pero es una vida nueva, un modo nuevo de ser o devenir. (...) Un héroe legendario suele ser el fundador de algo: en fundador de una nueva época, de una nueva religión, de una ciudad, de un modo de vida nuevo. Para fundar algo nuevo, es preciso abandonar lo viejo e ir en busca de la idea semilla, la idea germinal que tendrá la potencialidad de dar a luz lo nuevo. (...) También podría decirse que la fundación de una vida, de tu vida o la mía, si vivimos nuestras vidas en lugar de imitar alguna ajena, proviene así mismo de una búsqueda. (...) Hoy el mundo es distinto de cómo era hace cincuenta años. Pero la vida interior del hombre es exactamente la misma.
(...) C: Los mitos inspiran la realización de la posibilidad de tu perfección, la plenitud de tu fuerza y el aporte de luz solar en el mundo. Matar monstruos es matar las cosas oscuras. El mito te atrapa en tu interior.
(...)
M: ¿Cómo mato a ese dragón que hay en mí? ¿Cuál es el viaje que cada uno tiene que hacer, lo que tu llamas “la elevada aventura del alma”?
C: Mi fórmula general para mis estudiantes es: “Seguid el camino de vuestro corazón. Encontrar dónde está, y no temas internaros allí”. (...) Si el trabajo que estás haciendo es el que elegiste hacer porque lo disfrutas, entonces es el trabajo. Pero si piensas: “¡Oh, no! ¡ No podría hacerlo!”, es el dragón bloqueándote el paso.
(...) M: En este sentido, a diferencia de héroes como Prometeo o Jesús, no partimos en nuestro viaje para salvar al mundo sino para salvarnos a nosotros mismos.
C: Pero al hacerlo, salvas al mundo. La influencia de una persona vital vitaliza, de eso no hay duda alguna. El mundo sin espíritu es un terreno baldío. La gente tiene la idea de que se puede salvar el mundo cambiando las cosas de lugar, cambiando las reglas, cambiando de lugar a los que mandan, y cosas así. ¡No, no! Cualquier mundo es válido si está vivo. Lo que hay que hacer es darle vida, y el único modo de hacerlo es hallar en tu propio caso dónde está la vida y volverte vivo tú mismo.
“El poder del mito”
Joseph Campbell en diálogo con Bill Moyers
Emecé Editores, Barcelona, 1991
Cap. V: “La aventura del héroe”

11/1/08

CURSO DE VERANO 2008: "EL ESPÍRITU DE LAS BELLAS ARTES"

Fundación Carl G. Jung de Psicología Analítica

Curso de verano 2008:

EL ESPIRITU DE LAS BELLAS ARTES

Miércoles: 19:30 a 21 hs.

Inicio: 16 de enero
Cierre: 5 de marzo

Tradicionalmente son consideradas como Bellas Artes la Pintura, el Dibujo, la Escultura y el Grabado.
Los artistas, en algún momento de su formación, suelen sentir mayor afinidad con alguna de ellas por sobre las demás. Este fenómeno no es casual. Cada disciplina requiere el uso de herramientas específicas.
Cada una de ellas posee un espíritu singular y una intención manifiesta. Explorar de manera práctica
las herramientas, sus posibilidades y su intencionalidad simbólica es altamente colaborador a la hora de abordar el arte en su función terapéutica.

Cronograma:
1. Lápiz, pincel, esteca y gubia: las cuatro cabezas del árbol genealógico.
2. Incidir, abrazar y acariciar: el soporte como sostén y la tutoría de las manos
3. Punto, línea y plano: el legado de Kandinsky.
4. Mandala del Círculo Cromático y el idioma de los colores.
5. El vínculo entre los opuestos: afinidad, rechazo y conciliación.
6. La composición como mapa de vida.
7. Un objeto en el espacio. La tercera dimensión.
8. Conclusión de los procesos, devolución y cierre.

Concurrir con los siguientes materiales:
- Hojas tipo Canson Nro. 5 ó 6
- Lápiz negro y de colores