22/5/09

“La doncella sin manos”

La historia de la doncella sin manos comienza con un molinero que desde tiempo inmemorial muele el grano para la aldea. Trabaja duro, haciendo girar la muela a mano a fin de convertir el grano natural en un producto civilizado: la harina. Desempeña un trabajo honrado y contribuye a la vida de la aldea gracias a su fuerza natural o, de vez en cuando, a la ayuda de algún animal que mueve la muela.

Un día se le aparece el diablo y le dice: «Si me das algo a cambio te enseñaré a moler el
grano con menos esfuerzo y mayor rapidez». Esto despierta enseguida la curiosidad del
molinero, que acepta el trato. Pero, ¿qué quiere a cambio? Algo que está en pie detrás del
molino. El molinero supone que el diablo se refiere al viejo árbol que se alza detrás del
molino, algo bastante inútil y, sin duda, un precio insignificante a cambio de una mejora tan
importante en su vida.

De modo que el diablo, aprovechando sus conoci¬mientos de mecánica, conecta la muela a una rueda hidráulica para que el río que corre junto al molino haga girar la muela sin ningún esfuerzo. Ahora el molino ha aumentado su capacidad y es verdad que funciona sin esfuerzo y que produce mucha más hari¬na que antes. El molinero está encantado; su esposa se encarga de los nuevos ingresos que genera el moli¬no y él está averiguando a qué puede dedicar el tiem¬po que le queda libre.

El molinero está tan satisfecho con su nueva vida que, convenientemente, se olvida de que tiene que dar algo a cambio; de modo que queda muy sorprendido cuando, al cabo de cierto tiempo, se le vuelve a pre¬sentar el diablo reclamándole el pago. El molinero, acompañado del diablo, se dirige hacia el viejo árbol que está detrás del molino pero se espanta al compro¬bar que está allí su hija de pie y que ella es el precio que el diablo le exige. El molinero se aflige mucho pero no está dispuesto a renunciar al molino, ahora que ha prosperado tanto, de modo que entrega su hija al diablo. Éste le corta las manos y se las lleva.

Durante algún tiempo, la doncella sin manos está conforme con su situación y no se queja. Después de todo, ahora disponen del dinero suficiente para tener criados y ella no tiene que hacer nada para lo cual necesite las manos. Cuando la hija se queja de que no puede hacer nada, la madre le responde que no hace falta que haga nada.

La vida familiar prosigue pero la hija se siente cada vez más triste, aislada y angustiada. Al final empieza a llorar sin parar. Entonces ocurre algo maravilloso: aflora la sabiduría innata de la hija, tan profunda que nadie se la puede quitar, y le receta la cura concreta para su feminidad herida: tiene que ir sola al bosque.

La doncella sin manos va al bosque y espera. Allí encuentra alivio inmediato pero tiene hambre y, al no tener manos, no puede hacer nada. Encuentra un jardín que es el jardín del rey. Para llegar al jardín tiene que atravesar una ciénaga. No es fácil pasar y muchos murieron de desesperación al intentarlo. La doncella logra resistir y, con la ayuda de un ángel venido del cielo, entra en el jardín del rey.

En el jardín hay un peral, que el rey tiene en mucha estima, y todas las peras llevan una etiqueta con un número. La doncella, a pesar de todo, logra comer una de las peras. Come una pera al día y así logra sobrevivir.

Pero el jardinero del rey se da cuenta de que cada día desaparece una pera y se lo cuenta al rey. El monarca, que es hombre amable y justo, se oculta junto con el jardinero para averiguar lo que sucede con sus apreciadas peras. Ambos se conmueven al ver a la doncella sin manos que llega a primera hora de la mañana para comer su pera del día; el rey inmediatamente queda prendado de ella.

El rey se lleva a palacio a la doncella y la convierte en reina. Ella le suplica que no puede ser reina si no tiene manos. Pero él la tranquiliza diciendo que le darán todo hecho y que no le hacen falta las manos. Si bien es cierto que no le hace falta trabajar porque tiene criados a su servicio, hay ciertas tareas graciosas y femeninas que corresponden a una reina y no se pueden realizar sin manos. De modo que el rey convoca a sus magos y les ordena que preparen unas manos de plata para añadir a los brazos cortados; y así se presenta la nueva reina a la corte con sus manos de plata. Todos están encantados con ella y en todo el reino no se habla más que de sus manos de plata.

Finalmente la reina tiene un bebé y, con todos los criados que se ocupan de él, todo va bien. Pero un buen día la reina se pone a llorar y no puede contener las lágrimas. Quiere ocuparse de su propio hijo con sus propias manos. Ejerce su sabiduría femenina, el instinto que tienen todas las mujeres, y lleva a su hijo a la soledad de bosque.

Estando en el bosque, ocurre que el bebé cae al agua y corre el riesgo de ahogarse si no le rescatan de inmediato. La reina llama a sus criados para que la ayuden pero allí no hay ningún criado. Entonces, en un instante sublime de energía, hunde las manos de plata inútiles en el agua y rescata al bebé. Cuando saca al bebé del agua, ha ocurrido el milagro: ¡el bebé está sano y salvo, y sus manos han vuelto a ser de carne y hueso!


Fragmentos adaptados de “El Rey Pescador y la Doncella sin manos”,
Robert A. Johnson, Ed. Obelisco.

7/5/09

EL SIGNIFICADO DE LA LESIÓN

Uno se pregunta por qué hace falta que una parte de uno mismo sufra una herida tan seria como la de nuestra historia. Sin embargo, muchas leyendas nos hablan del precio que hay que pagar por haber salido del Jardín del Edén y por viajar a ámbitos superio¬res de la conciencia. El relato de un chamán esquimal nos da la clave: los espíritus del bien buscaban otro chamán para una comunidad esquimal, a fin de susti¬tuir al anterior, que había muerto. Eligieron a un ado¬lescente para prepararle a cumplir ese papel. Le lle¬varon al mundo subterráneo y lo cortaron en trocitos, de tal manera que no le quedaron dos huesos juntos. Entonces vinieron los espíritus del mal y se comieron toda la carne de los huesos. Cuando los huesos del futuro chamán quedaron totalmente pelados y separa¬dos, volvieron los espíritus del bien y pusieron otra vez todos los huesos en su sitio (procurando no per¬der ninguno, para que al nuevo chamán no le faltara ninguna parte del cuerpo), cubrieron otra vez de carne los huesos montados y le dieron la bienvenida a la tribu como nuevo chamán. Apuntaron el nombre de todos los demonios que habían roído los huesos, ya que el nuevo chamán podía curar las enfermedades provocadas por ellos, pero no tenía poder para curar ninguna enfermedad causada por un demonio que no hubiese presenciado su descuartizamiento.

Esto significa que la herida del rey pescador es la preparación para la conciencia (el nombre que damos actualmente al poder del chamán) y que, mediante el sufrimiento, se forma al futuro sanador o genio." Todo lo que no se haya experimentado durante la prepara¬ción mediante el sufrimiento falta también después cuando se obtiene el poder. Al elegir un sanador, es importante saber lo que ha experimentado y si tiene poder para sanar concretamente la enfermedad que aqueja al paciente.

Estos son los antecedentes de todos los sanado¬res, inventores, videntes, artistas, maestros o crea¬dores que tienen verdadero poder. Todo el que se haya quedado en mitad del proceso es un trágico fra¬caso, un sanador que no recuperó la forma después de su descuartizamiento. Si uno ha sufrido una heri¬da seria en su experiencia como rey pescador, corre un gran riesgo.