22/5/09

“La doncella sin manos”

La historia de la doncella sin manos comienza con un molinero que desde tiempo inmemorial muele el grano para la aldea. Trabaja duro, haciendo girar la muela a mano a fin de convertir el grano natural en un producto civilizado: la harina. Desempeña un trabajo honrado y contribuye a la vida de la aldea gracias a su fuerza natural o, de vez en cuando, a la ayuda de algún animal que mueve la muela.

Un día se le aparece el diablo y le dice: «Si me das algo a cambio te enseñaré a moler el
grano con menos esfuerzo y mayor rapidez». Esto despierta enseguida la curiosidad del
molinero, que acepta el trato. Pero, ¿qué quiere a cambio? Algo que está en pie detrás del
molino. El molinero supone que el diablo se refiere al viejo árbol que se alza detrás del
molino, algo bastante inútil y, sin duda, un precio insignificante a cambio de una mejora tan
importante en su vida.

De modo que el diablo, aprovechando sus conoci¬mientos de mecánica, conecta la muela a una rueda hidráulica para que el río que corre junto al molino haga girar la muela sin ningún esfuerzo. Ahora el molino ha aumentado su capacidad y es verdad que funciona sin esfuerzo y que produce mucha más hari¬na que antes. El molinero está encantado; su esposa se encarga de los nuevos ingresos que genera el moli¬no y él está averiguando a qué puede dedicar el tiem¬po que le queda libre.

El molinero está tan satisfecho con su nueva vida que, convenientemente, se olvida de que tiene que dar algo a cambio; de modo que queda muy sorprendido cuando, al cabo de cierto tiempo, se le vuelve a pre¬sentar el diablo reclamándole el pago. El molinero, acompañado del diablo, se dirige hacia el viejo árbol que está detrás del molino pero se espanta al compro¬bar que está allí su hija de pie y que ella es el precio que el diablo le exige. El molinero se aflige mucho pero no está dispuesto a renunciar al molino, ahora que ha prosperado tanto, de modo que entrega su hija al diablo. Éste le corta las manos y se las lleva.

Durante algún tiempo, la doncella sin manos está conforme con su situación y no se queja. Después de todo, ahora disponen del dinero suficiente para tener criados y ella no tiene que hacer nada para lo cual necesite las manos. Cuando la hija se queja de que no puede hacer nada, la madre le responde que no hace falta que haga nada.

La vida familiar prosigue pero la hija se siente cada vez más triste, aislada y angustiada. Al final empieza a llorar sin parar. Entonces ocurre algo maravilloso: aflora la sabiduría innata de la hija, tan profunda que nadie se la puede quitar, y le receta la cura concreta para su feminidad herida: tiene que ir sola al bosque.

La doncella sin manos va al bosque y espera. Allí encuentra alivio inmediato pero tiene hambre y, al no tener manos, no puede hacer nada. Encuentra un jardín que es el jardín del rey. Para llegar al jardín tiene que atravesar una ciénaga. No es fácil pasar y muchos murieron de desesperación al intentarlo. La doncella logra resistir y, con la ayuda de un ángel venido del cielo, entra en el jardín del rey.

En el jardín hay un peral, que el rey tiene en mucha estima, y todas las peras llevan una etiqueta con un número. La doncella, a pesar de todo, logra comer una de las peras. Come una pera al día y así logra sobrevivir.

Pero el jardinero del rey se da cuenta de que cada día desaparece una pera y se lo cuenta al rey. El monarca, que es hombre amable y justo, se oculta junto con el jardinero para averiguar lo que sucede con sus apreciadas peras. Ambos se conmueven al ver a la doncella sin manos que llega a primera hora de la mañana para comer su pera del día; el rey inmediatamente queda prendado de ella.

El rey se lleva a palacio a la doncella y la convierte en reina. Ella le suplica que no puede ser reina si no tiene manos. Pero él la tranquiliza diciendo que le darán todo hecho y que no le hacen falta las manos. Si bien es cierto que no le hace falta trabajar porque tiene criados a su servicio, hay ciertas tareas graciosas y femeninas que corresponden a una reina y no se pueden realizar sin manos. De modo que el rey convoca a sus magos y les ordena que preparen unas manos de plata para añadir a los brazos cortados; y así se presenta la nueva reina a la corte con sus manos de plata. Todos están encantados con ella y en todo el reino no se habla más que de sus manos de plata.

Finalmente la reina tiene un bebé y, con todos los criados que se ocupan de él, todo va bien. Pero un buen día la reina se pone a llorar y no puede contener las lágrimas. Quiere ocuparse de su propio hijo con sus propias manos. Ejerce su sabiduría femenina, el instinto que tienen todas las mujeres, y lleva a su hijo a la soledad de bosque.

Estando en el bosque, ocurre que el bebé cae al agua y corre el riesgo de ahogarse si no le rescatan de inmediato. La reina llama a sus criados para que la ayuden pero allí no hay ningún criado. Entonces, en un instante sublime de energía, hunde las manos de plata inútiles en el agua y rescata al bebé. Cuando saca al bebé del agua, ha ocurrido el milagro: ¡el bebé está sano y salvo, y sus manos han vuelto a ser de carne y hueso!


Fragmentos adaptados de “El Rey Pescador y la Doncella sin manos”,
Robert A. Johnson, Ed. Obelisco.

7/5/09

EL SIGNIFICADO DE LA LESIÓN

Uno se pregunta por qué hace falta que una parte de uno mismo sufra una herida tan seria como la de nuestra historia. Sin embargo, muchas leyendas nos hablan del precio que hay que pagar por haber salido del Jardín del Edén y por viajar a ámbitos superio¬res de la conciencia. El relato de un chamán esquimal nos da la clave: los espíritus del bien buscaban otro chamán para una comunidad esquimal, a fin de susti¬tuir al anterior, que había muerto. Eligieron a un ado¬lescente para prepararle a cumplir ese papel. Le lle¬varon al mundo subterráneo y lo cortaron en trocitos, de tal manera que no le quedaron dos huesos juntos. Entonces vinieron los espíritus del mal y se comieron toda la carne de los huesos. Cuando los huesos del futuro chamán quedaron totalmente pelados y separa¬dos, volvieron los espíritus del bien y pusieron otra vez todos los huesos en su sitio (procurando no per¬der ninguno, para que al nuevo chamán no le faltara ninguna parte del cuerpo), cubrieron otra vez de carne los huesos montados y le dieron la bienvenida a la tribu como nuevo chamán. Apuntaron el nombre de todos los demonios que habían roído los huesos, ya que el nuevo chamán podía curar las enfermedades provocadas por ellos, pero no tenía poder para curar ninguna enfermedad causada por un demonio que no hubiese presenciado su descuartizamiento.

Esto significa que la herida del rey pescador es la preparación para la conciencia (el nombre que damos actualmente al poder del chamán) y que, mediante el sufrimiento, se forma al futuro sanador o genio." Todo lo que no se haya experimentado durante la prepara¬ción mediante el sufrimiento falta también después cuando se obtiene el poder. Al elegir un sanador, es importante saber lo que ha experimentado y si tiene poder para sanar concretamente la enfermedad que aqueja al paciente.

Estos son los antecedentes de todos los sanado¬res, inventores, videntes, artistas, maestros o crea¬dores que tienen verdadero poder. Todo el que se haya quedado en mitad del proceso es un trágico fra¬caso, un sanador que no recuperó la forma después de su descuartizamiento. Si uno ha sufrido una heri¬da seria en su experiencia como rey pescador, corre un gran riesgo.

17/4/09

EL REY PESCADOR

Érase una vez un príncipe adolescente que va de caballero andante por el mundo, como corresponde a un joven de su edad, cuando tropieza con un campa¬mento en medio del bosque, donde no se ve a nadie. Hay un fuego encendido y sobre la parrilla se está asando un salmón. El príncipe es joven e impulsivo y tiene hambre, y el salmón huele tan bien que se acer¬ca para saciar su apetito. Pero como está muy calien¬te se quema los dedos, de modo que lo deja caer, lle¬vándose los dedos a la boca para aliviar la quemazón. De esta forma se mete un poco de pescado en la boca, que le causa tanto daño que vive sufriendo el resto de su vida, salvo los tres últimos días.

[Existen variaciones sobre esta historia: hay quien dice que el sabor del salmón le hiere en el muslo; otros, que en ese momento regresan los dueños del campamento, pillan al intruso comiéndose el salmón y le atraviesan los testículos con una flecha, y que esta flecha no se puede sacar ni por un lado ni por el otro. Y hay incluso otra versión que habla de una herida en el muslo, producida por una espada enve¬nenada. Pero todas coinciden en que el príncipe resul¬ta herido en la parte generativa de su ser.]

El joven príncipe —que pronto se convertiría en el rey pescador— sale a caballo un día portando una bandera que lleva escrita la palabra Amour. Y no es en vano, porque va en busca del Amor y está dis¬puesto a entregar el suyo a cambio de esta versión juvenil del esplendor divino. Pero enseguida se dis¬trae de esta visión del Amor y la unión porque apa¬rece un caballero pagano, recién llegado de Tierra Santa. Esta oposición marca el comienzo de la ago¬nía del rey pescador, que no sabe cómo resolver la contradicción implícita en la llegada de un elemento pagano desde Tierra Santa. El joven príncipe recuer¬da lo que ha aprendido durante su heroico entrena¬miento medieval: empuña la jabalina y arremete contra el caballero pagano con la intención de matarle.
[En la versión alemana, el joven príncipe se llama Anfortas, que significa «el que no tiene poder».]

Chocan ambos, produciéndose heridas y daños tremendos. El caballero pagano muere y Anfortas queda castrado. Un trozo de la jabalina del caballero pagano queda clavada en el muslo de Anfortas y esto da origen a la insoportable herida del rey pescador, del cual se dice que está demasiado malherido para vivir, pero que no es capaz de morir. Jamás se ha for¬mulado mejor descripción de nuestra moderna estruc¬tura neurótica.
El joven príncipe —que pronto se convertirá en rey— ha quedado impotente, y ha desaparecido la masculinidad natural propia de la juventud.

El joven príncipe, que dentro de poco será rey, sufre tanto que no es capaz de mantenerse en pie ni de cumplir con sus obligaciones reales, que se resien¬ten por su negligencia. Hay una sola cosa que alivia su sufrimiento: pescando se siente un poco mejor. Cuando sale con su barca a pescar en el foso que rodea el castillo, su sufrimiento disminuye. De lo contrario, yace en su cama del castillo en una agonía U» terrible. Esto se puede interpretar como que para una persona herida la vida sólo resulta soportable cuando establece algún contacto con el inconsciente. La poe¬sía, el arte, la enseñanza y la sanación son actividades que alivian la herida del rey pescador.

[En el reino del Rey Pescador] el ganado no se reproduce, las cose¬chas no crecen, los viñedos no fructifican, las esposas enviudan y los hombres desesperan. No hay creación en ningún terreno. Si el rey está herido, la tierra queda yerma.

Resulta que en el castillo del rey pescador se con¬serva el Santo Grial, la copa que utilizó Jesucristo en la Última Cena. Todas las noches recorre el castillo una procesión maravillosa: una hermosa doncella lleva la patena, el platillo donde se colocó el pan en la Ultima Cena; otra lleva la lanza que atravesó el costado de Cristo en la cruz; otra lleva el Grial, que reluce con una luz que procede de su interior y marca el punto culminante de la procesión. Todos los miem¬bros de la realeza que se encuentran en el castillo beben del Grial e, instantáneamente, ven cumplidos sus deseos, sin necesidad de expresarlos siquiera; todos menos el rey pescador, que yace en su cama quejándose de la herida abierta y sin el consuelo de salir a pescar, como todos los días. Por más que inten¬ta que el Santo Grial le alimente y le cure, esto es imposible debido a su herida.

La leyenda del hombre puro que un día entrará en el castillo del Grial y curará al rey pescador se cono¬ce hace tiempo en esta tierra desolada por la herida del rey. Con un lenguaje sencillo, el mito promete que un día un joven, totalmente desconocedor de su importante misión, entrará en el castillo, verá la mag¬nífica procesión que se celebra cada noche y, si for¬mula la pregunta adecuada, pondrá fin al sufrimiento del rey pescador y al infortunio que pesa sobre el reino.
Perceval, nuestro hombre sencillo de corazón puro, nació después de la muerte de su padre. Los héroes salvadores suelen tener dificultades con sus padres y Perceval no es una excepción porque crece huérfano de padre y sin hermanos, muertos antes de su nacimiento. Su madre, Herzeleida, ha perdido a su esposo y a todos sus hijos, víctimas de la locura de la caballería y las costumbres de la época, según las cuales todos los hombres de la aristocracia debían ir por la vida como caballeros andantes, participando en batallas heroicas. Resulta comprensible que Herze¬leida decida ocultarle a Perceval la identidad de su padre, de modo que éste crece ignorando que corre por sus venas sangre de caballeros. Su madre le man¬tiene en el jardín de la inocencia y le viste con una sencilla túnica de lienzo como símbolo de rusticidad. Pero un día Perceval se encuentra con cinco caballe¬ros y pierde su inocencia, y se ve obligado a seguir el camino de sus antepasados y entrar en el mundo de los héroes.

Perceval pasa por múltiples aventuras y llega hasta la corte del rey Arturo, donde le arman caballe¬ro. Encuentra un maestro excelente, Gurnemanz, que le proporciona todo lo que necesita para vivir como un auténtico caballero. Pero ni siquiera Gurnemanz consigue convencer a Perceval para que abandone la ridícula túnica que le ha impuesto su madre.

Perceval ya ha alcanzado la edad necesaria para ser caballero andante y le encontramos un buen día cabalgando por el bosque, poco antes del anochecer. No tiene ningún refugio para pasar la noche y se enfrenta a la fría y solitaria perspectiva de tener que dormir entre los árboles. Pero cuando está a punto de resignarse, llega a un lago donde encuentra un pesca¬dor solitario en una pequeña barca. Saluda al pes¬cador —que no es otro que el rey pescador que se pasa las horas dedicado a la única actividad que le ali¬via de sus sufrimientos— y le pregunta por un sitio para pasar la noche. El pescador le responde que no hay habitación alguna en treinta kilómetros a la redonda y a continuación, contradiciendo lo que acaba de decir, le invita a su propia casa. «Siga ade¬lante un poco más, gire a la izquierda, cruce el puen¬te levadizo y será mi huésped esta noche.»

Perceval obedece las indicaciones, sigue adelante un poco, tuerce a la izquierda y cruza el puente, que se cierra en cuanto acaba de cruzarlo, golpeando los cascos traseros de su caballo. Esto casi le hace caer pero al final supera la prueba de equilibrio y fuerza.
Perceval es bien recibido en el castillo del Grial, le conducen hasta la fantástica procesión que se lleva a cabo todas las noches y él contempla en silencio cómo el milagro del Grial cura a todos los presentes, menos al rey pescador, incapaz de participar en el milagro.

Para que se pro¬duzca la curación anunciada del rey pescador sólo falta un detalle. Pero Perceval no formula la pregunta indicada: « ¿A quién sirve el Grial?». […] A causa de este fracaso, la gran procesión finaliza como todas las noches anteriores, el rey pescador tampoco consigue beber del Grial y curarse, y sigue sufriendo en su lecho.

Perceval pasa la noche en el castillo del Grial y, cuando se despierta a la mañana siguiente, no ve a nadie, ensilla el caballo, cruza el puente levadizo y regresa al mundo ordinario del tiempo y el espacio.

El mito nos cuenta que pasa los siguientes veinte años de su vida dedicado a la agotadora tarea de res¬catar hermosas doncellas, luchar contra dragones, liberar castillos sitiados y ayudar a los pobres.

Perceval ha consumido toda la actividad juvenil de su vida y ésta se ha secado. Pero con tanta actividad ha logrado deshacerse de la túnica que le ha dado su madre y ahora ya es libre para llevar su masculinidad intacta al castillo del Grial.

Un día va cabalgando Perceval lentamente cuando se enfrenta a él un grupo de peregrinos que le pre¬guntan: « ¿Por qué llevas puesta la armadura el día de la muerte de Nuestro Señor? ¿Acaso no sabes que es Viernes Santo?» Pues no, Perceval no sabe que es Vier¬nes Santo y tampoco le interesa demasiado. Pero ellos le convencen para que se despoje de la armadura y vaya con ellos a confesarse con un ermitaño que vive por allí. El viejo ermitaño es severo con Perceval y le hace un recuento de todos sus pecados y sus errores. El peor error que ha cometido es no formular la pre¬gunta candente en el castillo del Grial, que hubiera redimido al pobre rey pescador. Perceval comprende enseguida que la obligación principal que tiene en la vida es curar al pobre rey pescador. El viejo ermitaño le indica: «Sigue adelante un poco, gira a la izquier¬da, cruza el puente levadizo...» ¡Las mismas instrucciones que veinte años antes!
Perceval regresa sin dificultad al castillo del Grial, llega al enorme vestíbulo y ve pasar la procesión divi¬na. Esta vez formula la pregunta crucial: « ¿A quién sir¬ve el Grial?»; de inmediato le responden: «El Grial sirve al Rey del Grial». Y entonces nos enteramos de que en el castillo vive un anciano rey que no se deja ver nunca pero que es el centro del castillo y de su inmenso poder. Mediante esta pregunta tan sencilla, Perceval averigua el mayor secreto en la vida del hombre, mediante una respuesta igualmente sencilla.

En el momento en que Perceval hace la pregunta decisiva (…) el rey pescador herido se levanta de su lecho de dolor y, milagrosamente, recupera la salud y la fuerza. Todo el reino se regocija ante el retorno de su rey sano y comienza una primavera llena de alegría y de vida.
Pero el rey pescador curado muere a los tres días.

[Se trata de un extraño final para esta parte de la his¬toria, aunque se explica como la posibilidad de dejar atrás la parte herida de nosotros mismos, una vez cumplida su función en la evolución del hombre maduro. Perceval es el héroe maduro y ya no hace falta el sufrimiento del rey pescador.]




Fragmentos de “El Rey Pescador y la Doncella sin manos”, Robert A. Johnson, Ed. Obelisco.

17/3/09

EL REY PESCADOR

Érase una vez un príncipe adolescente que va de caballero andante por el mundo, como corresponde a un joven de su edad, cuando tropieza con un campa­mento en medio del bosque, donde no se ve a nadie. Hay un fuego encendido y sobre la parrilla se está asando un salmón. El príncipe es joven e impulsivo y tiene hambre, y el salmón huele tan bien que se acer­ca para saciar su apetito. Pero como está muy calien­te se quema los dedos, de modo que lo deja caer, lle­vándose los dedos a la boca para aliviar la quemazón. De esta forma se mete un poco de pescado en la boca, que le causa tanto daño que vive sufriendo el resto de su vida, salvo los tres últimos días.

[Existen variaciones sobre esta historia: hay quien dice que el sabor del salmón le hiere en el muslo; otros, que en ese momento regresan los dueños del campamento, pillan al intruso comiéndose el salmón y le atraviesan los testículos con una flecha, y que esta flecha no se puede sacar ni por un lado ni por el otro. Y hay incluso otra versión que habla de una herida en el muslo, producida por una espada enve­nenada. Pero todas coinciden en que el príncipe resul­ta herido en la parte generativa de su ser.]

El joven príncipe —que pronto se convertiría en el rey pescador— sale a caballo un día portando una bandera que lleva escrita la palabra Amour. Y no es en vano, porque va en busca del Amor y está dis­puesto a entregar el suyo a cambio de esta versión juvenil del esplendor divino. Pero enseguida se dis­trae de esta visión del Amor y la unión porque apa­rece un caballero pagano, recién llegado de Tierra Santa. Esta oposición marca el comienzo de la ago­nía del rey pescador, que no sabe cómo resolver la contradicción implícita en la llegada de un elemento pagano desde Tierra Santa. El joven príncipe recuer­da lo que ha aprendido durante su heroico entrena­miento medieval: empuña la jabalina y arremete contra el caballero pagano con la intención de matarle.
[En la versión alemana, el joven príncipe se llama Anfortas, que significa «el que no tiene poder».]

Chocan ambos, produciéndose heridas y daños tremendos. El caballero pagano muere y Anfortas queda castrado. Un trozo de la jabalina del caballero pagano queda clavada en el muslo de Anfortas y esto da origen a la insoportable herida del rey pescador, del cual se dice que está demasiado malherido para vivir, pero que no es capaz de morir. Jamás se ha for­mulado mejor descripción de nuestra moderna estruc­tura neurótica.
El joven príncipe —que pronto se convertirá en rey— ha quedado impotente, y ha desaparecido la masculinidad natural propia de la juventud.

El joven príncipe, que dentro de poco será rey, sufre tanto que no es capaz de mantenerse en pie ni de cumplir con sus obligaciones reales, que se resien­ten por su negligencia. Hay una sola cosa que alivia su sufrimiento: pescando se siente un poco mejor. Cuando sale con su barca a pescar en el foso que rodea el castillo, su sufrimiento disminuye. De lo contrario, yace en su cama del castillo en una agonía U» terrible. Esto se puede interpretar como que para una persona herida la vida sólo resulta soportable cuando establece algún contacto con el inconsciente. La poe­sía, el arte, la enseñanza y la sanación son actividades que alivian la herida del rey pescador.

[En el reino del Rey Pescador] el ganado no se reproduce, las cose­chas no crecen, los viñedos no fructifican, las esposas enviudan y los hombres desesperan. No hay creación en ningún terreno. Si el rey está herido, la tierra queda yerma.

Resulta que en el castillo del rey pescador se con­serva el Santo Grial, la copa que utilizó Jesucristo en la Última Cena. Todas las noches recorre el castillo una procesión maravillosa: una hermosa doncella lleva la patena, el platillo donde se colocó el pan en la Ultima Cena; otra lleva la lanza que atravesó el costado de Cristo en la cruz; otra lleva el Grial, que reluce con una luz que procede de su interior y marca el punto culminante de la procesión. Todos los miem­bros de la realeza que se encuentran en el castillo beben del Grial e, instantáneamente, ven cumplidos sus deseos, sin necesidad de expresarlos siquiera; todos menos el rey pescador, que yace en su cama quejándose de la herida abierta y sin el consuelo de salir a pescar, como todos los días. Por más que inten­ta que el Santo Grial le alimente y le cure, esto es imposible debido a su herida.

La leyenda del hombre puro que un día entrará en el castillo del Grial y curará al rey pescador se cono­ce hace tiempo en esta tierra desolada por la herida del rey. Con un lenguaje sencillo, el mito promete que un día un joven, totalmente desconocedor de su importante misión, entrará en el castillo, verá la mag­nífica procesión que se celebra cada noche y, si for­mula la pregunta adecuada, pondrá fin al sufrimiento del rey pescador y al infortunio que pesa sobre el reino.
Perceval, nuestro hombre sencillo de corazón puro, nació después de la muerte de su padre. Los héroes salvadores suelen tener dificultades con sus padres y Perceval no es una excepción porque crece huérfano de padre y sin hermanos, muertos antes de su nacimiento. Su madre, Herzeleida, ha perdido a su esposo y a todos sus hijos, víctimas de la locura de la caballería y las costumbres de la época, según las cuales todos los hombres de la aristocracia debían ir por la vida como caballeros andantes, participando en batallas heroicas. Resulta comprensible que Herze­leida decida ocultarle a Perceval la identidad de su padre, de modo que éste crece ignorando que corre por sus venas sangre de caballeros. Su madre le man­tiene en el jardín de la inocencia y le viste con una sencilla túnica de lienzo como símbolo de rusticidad. Pero un día Perceval se encuentra con cinco caballe­ros y pierde su inocencia, y se ve obligado a seguir el camino de sus antepasados y entrar en el mundo de los héroes.

Perceval pasa por múltiples aventuras y llega hasta la corte del rey Arturo, donde le arman caballe­ro. Encuentra un maestro excelente, Gurnemanz, que le proporciona todo lo que necesita para vivir como un auténtico caballero. Pero ni siquiera Gurnemanz consigue convencer a Perceval para que abandone la ridícula túnica que le ha impuesto su madre.

Perceval ya ha alcanzado la edad necesaria para ser caballero andante y le encontramos un buen día cabalgando por el bosque, poco antes del anochecer. No tiene ningún refugio para pasar la noche y se enfrenta a la fría y solitaria perspectiva de tener que dormir entre los árboles. Pero cuando está a punto de resignarse, llega a un lago donde encuentra un pesca­dor solitario en una pequeña barca. Saluda al pes­cador —que no es otro que el rey pescador que se pasa las horas dedicado a la única actividad que le ali­via de sus sufrimientos— y le pregunta por un sitio para pasar la noche. El pescador le responde que no hay habitación alguna en treinta kilómetros a la redonda y a continuación, contradiciendo lo que acaba de decir, le invita a su propia casa. «Siga ade­lante un poco más, gire a la izquierda, cruce el puen­te levadizo y será mi huésped esta noche.»

Perceval obedece las indicaciones, sigue adelante un poco, tuerce a la izquierda y cruza el puente, que se cierra en cuanto acaba de cruzarlo, golpeando los cascos traseros de su caballo. Esto casi le hace caer pero al final supera la prueba de equilibrio y fuerza.
Perceval es bien recibido en el castillo del Grial, le conducen hasta la fantástica procesión que se lleva a cabo todas las noches y él contempla en silencio cómo el milagro del Grial cura a todos los presentes, menos al rey pescador, incapaz de participar en el milagro.

Para que se pro­duzca la curación anunciada del rey pescador sólo falta un detalle. Pero Perceval no formula la pregunta indicada: « ¿A quién sirve el Grial?». […] A causa de este fracaso, la gran procesión finaliza como todas las noches anteriores, el rey pescador tampoco consigue beber del Grial y curarse, y sigue sufriendo en su lecho.

Perceval pasa la noche en el castillo del Grial y, cuando se despierta a la mañana siguiente, no ve a nadie, ensilla el caballo, cruza el puente levadizo y regresa al mundo ordinario del tiempo y el espacio.

El mito nos cuenta que pasa los siguientes veinte años de su vida dedicado a la agotadora tarea de res­catar hermosas doncellas, luchar contra dragones, liberar castillos sitiados y ayudar a los pobres.

Perceval ha consumido toda la actividad juvenil de su vida y ésta se ha secado. Pero con tanta actividad ha logrado deshacerse de la túnica que le ha dado su madre y ahora ya es libre para llevar su masculinidad intacta al castillo del Grial.

Un día va cabalgando Perceval lentamente cuando se enfrenta a él un grupo de peregrinos que le pre­guntan: « ¿Por qué llevas puesta la armadura el día de la muerte de Nuestro Señor? ¿Acaso no sabes que es Viernes Santo?» Pues no, Perceval no sabe que es Vier­nes Santo y tampoco le interesa demasiado. Pero ellos le convencen para que se despoje de la armadura y vaya con ellos a confesarse con un ermitaño que vive por allí. El viejo ermitaño es severo con Perceval y le hace un recuento de todos sus pecados y sus errores. El peor error que ha cometido es no formular la pre­gunta candente en el castillo del Grial, que hubiera redimido al pobre rey pescador. Perceval comprende enseguida que la obligación principal que tiene en la vida es curar al pobre rey pescador. El viejo ermitaño le indica: «Sigue adelante un poco, gira a la izquier­da, cruza el puente levadizo...» ¡Las mismas instrucciones que veinte años antes!
Perceval regresa sin dificultad al castillo del Grial, llega al enorme vestíbulo y ve pasar la procesión divi­na. Esta vez formula la pregunta crucial: « ¿A quién sir­ve el Grial?»; de inmediato le responden: «El Grial sirve al Rey del Grial». Y entonces nos enteramos de que en el castillo vive un anciano rey que no se deja ver nunca pero que es el centro del castillo y de su inmenso poder. Mediante esta pregunta tan sencilla, Perceval averigua el mayor secreto en la vida del hombre, mediante una respuesta igualmente sencilla.

En el momento en que Perceval hace la pregunta decisiva (…) el rey pescador herido se levanta de su lecho de dolor y, milagrosamente, recupera la salud y la fuerza. Todo el reino se regocija ante el retorno de su rey sano y comienza una primavera llena de alegría y de vida.
Pero el rey pescador curado muere a los tres días.

[Se trata de un extraño final para esta parte de la his­toria, aunque se explica como la posibilidad de dejar atrás la parte herida de nosotros mismos, una vez cumplida su función en la evolución del hombre maduro. Perceval es el héroe maduro y ya no hace falta el sufrimiento del rey pescador.]




Fragmentos de “El Rey Pescador y la Doncella sin manos”, Robert A. Johnson, Ed. Obelisco.

30/1/09

BLANCO

Las potencialidades del blanco se encuentran en todos los metales, elementos químicos y todas las de­más sustancias. Aunque el platino y la plata han sido atribuidos al "rayo blanco", en realidad éste no es emolumento exclusivo de ninguno, sino que por el contrario es la suma de todos. El blanco es verda­deramente el architransmutador de todos los metales y de los hombres —una manifestación del Padre en el Universo—, el todo contenedor.
El mejor cristal o lente para usarse en el trata­miento de enfermedades debe estar hecho de cuarzo, que transmite todos los valores de la luz solar blanca en el espectro.
Características y efectos del blanco: El rayo blan­co no es un rayo en el sentido de los rayos de color de los que hemos estado hablando: es una reunión de todos los siete rayos —una mezcla perfecta del es­pectro que produce la luz blanca original—. El blan­co tiene la facultad de elevar y dinamizar cualquier rayo de color, y de transmutar ese rayo hasta la cúspide de sus potencialidades características.
Así, el blanco puede compararse con la electri­cidad que fluye dentro de un bulbo coloreado, el cual incrementa su resplandeciente luminosidad conforme se hacen pasar a través de él voltajes más elevados, lo cual ofrece por lo tanto grandes poderes a la per- cepción humana, haciendo que todos los objetos cir­cundantes se aclaren. Similarmente, la luz cósmica blanca que fluye dentro del bulbo de la conciencia colorea nuestra perspectiva de acuerdo con nuestro rayo particular, y eleva y expande nuestra luz áurica, extendiendo nuestros poderes de percepción de nues­tro interior y de las realidades cósmicas.
Espiritualmente, la luz blanca es la radiación di­vina del padre del cosmos, el Logos. Es la luz de la conciencia crística, el poder supremo, de la pureza y de la perfección, el poder curativo original. Es la luz del estar aquí ahora con la fuente de la vida.
Hay una profunda relación entre el hijo espiri­tual de Dios (el Cristo) y el así llamado Sol físico de nuestro sistema zodiacal. Así como el hijo divino era (y es) un centro focal de la inteligencia de la vida de Dios, así también el Sol es uno de los cen­tros focales dinámicos de la energía divina. El hecho de que nuestro Sol y su sistema solar sea sólo uno dentro de la inmensidad de otros soles y sistemas solares más grandes que el nuestro, no disminuye esta maravillosa relación. Después de todo, cada in­dividuo tiene al Hijo de Dios despertando dentro de su propio sistema microcósmico una réplica del sis­tema macrocósmico exterior, y hay muchos millones de almas y por lo tanto muchos millones de micro-universos.
Cuando en el cénit de la conciencia humana per­cibimos la reflexión de la divina luz cósmica, en nues­tras almas experimentamos un sentimiento de caída de todo lo que es escoria, una transmutación de to­dos nuestros elementos terrenales, los cuales son cau­sa de enfermedades. Esta realización es posible sólo identificándonos a nosotros mismos completamente con la luz blanca natural de la conciencia crística,
lo cual hará que todas las condiciones negativas sean limpiadas de nuestra conciencia, y por lo tanto también de nuestros cuerpos inferiores. Todas las sombras de enfermedad se disuelven conforme todas las células del cuerpo son purificadas con la flama blanca de resplandeciente poder.
Aún más, en tan grandes momentos en nuestras vidas se nos permite recibir, pero grandemente dis­minuida o transformada, la potencialidad del gran rayo blanco. Su fuerza dinámica completa podría destro­zar completamente la estructura atómica de nuestros cuerpos en nuestro actual estado de evolución. Sin em­bargo, el destello o reflexión de este rayo dinámico es otorgado a nosotros aparece como el más tremendo y resplandeciente poder que posiblemente podríamos concebir o comprender.
Bajo este rayo, contenedor pleno de la conciencia crística, toma lugar toda salud a través de la fe, ta­les como las testimoniadas en Lourdes y en Milton A.bbey, donde más adelante en el alma sanada mo­rará una gran realización de la belleza esencial del mundo de Dios para los hombres.
La luz blanca de los planos superiores es verda­deramente un maná divino capaz de vitalizar toda cosa viviente. Puede ser usada para vitalizar el agua por un esfuerzo del poder de la voluntad.


"Las 7 claves de la cormoterapia"
Roland Hunt

VIOLETA

Metales que irradian violeta: Manganeso, bario, aluminio, hierro, rubidio, calcio, cobalto, estroncio, titanio.
Elementos químicos: Plata clorada, arsénico, etc.
El mejor cristal para usarse en el tratamiento de enfermedades contiene manganeso y cobalto.

Alimentos: Castañas, brócoli morado, rabos de be­tabel, uvas, moras, etc.

Enfermedades típicas a las que los sujetos del rayo violeta están propensos: desórdenes nerviosos y men­tales; neurosis, neuralgia, ciática y enfermedades del cuero cabelludo. El tratamiento con violeta también remediará la epilepsia, meningitis, conmoción, retorti­jones, reumatismo, tumores, debilidad en los ríñones y en la vejiga. El violeta anima y purifica la sangre intoxicada.

Filosofía, características y efectos del rayo vio­leta: de todos los rayos, el violeta es el que posee el más intenso poder electroquímico. El violeta es ácido. Los rayos violeta-púrpura son muy estimulantes para el sistema nervioso. Los rayos transvioleta, o ultra­violeta no son eléctricos pero en cambio son altamente térmicos, a un grado tan sutil que no transmiten sino una débil impresión de calor a los sentidos externos. No obstante, estos altos grados de calor y frío pueden ser sentidos por ciertas personas cuando se encuentran en una condición especialmente sensitiva. Es el puri-ficador ideal y el purificador de los ideales. Su alto nivel de frecuencia es depresivo para la mente débil porque sus potencias están más allá de su compren­sión; es estimulante principalmente para la naturaleza intuitiva (espiritual). El violeta tiene un gran efecto de inspiración, por ejemplo, los grandes trabajos de arte en música, prosa, poesía, escultura, pintura, etc., son debidos al rayo violeta, el estimulador de los más altos ideales humanos.

El violeta proporciona alimento para todas aque­llas células de la parte superior de nuestro cerebro, que expanden los horizontes de nuestra comprensión divina. Leonardo de Vinci, el famoso pintor y uno de los más grandes investigadores de la ciencia del color, sostenía que nuestro poder de meditación puede in­crementarse si meditamos bajo los rayos de luz vio­leta que descienden suavemente a través de los vitrales de una iglesia tranquila. Wagner se rodeaba de cortinas y materiales violeta cuando componía o producía mú­sica de la más alta calidad espiritual. El famoso conde de Saint Germain usaba los purificantes rayos violeta para curar al enfermo y para limpiar las gemas de nubes y manchas. Todos estos ejemplos ilustran el ím­petu espiritual que imparten las elevadas frecuencias del violeta. La meditación bajo el amatista es un avance hacia esa autorrealización.

Localidad y afinidad: el violeta controla el chakra de la cabeza (conocido en el Oriente como el Loto de los Mil Pétalos) y está conectado en nuestro cuerpo físico a la glándula pituitaria, que es el centro intuiti­vo de la percepción espiritual, la contraparte de la glándula pineal o tercer ojo. El violeta o púrpura a menudo es definido como el "rayo de poder" lo cual explica su asociación con los reyes, "realeza púrpu­ra". Así como un rey es el gobernante que tiene todo el poder sobre el cuerpo de su reino, así el púrpura, al ocupar el trono central, la mente superior, gobierna el cuerpo, todos sus miembros, centros, órganos de industria, y los billones de células-sujetos que com­ponen los nervios y tejidos.

El rayo violeta consta de dos partes: el amatista o parte espiritual y el púrpura, o parte temporal y más estrechamente relacionada con el plano terrenal.
Esta mitad púrpura del rayo es el color que refleja el ansia de poder, profunda, apasionada y cruel. A tra­vés de este aspecto afirmativo del rojo, manifestado en el violeta, los egos impreparados y no desarrolla­dos son conducidos a una degeneración espiritual.
De entre aquellos que se han preparado a sí mis­mos rectamente para tratar con el advenimiento del púrpura, los tranquilos son los que se han preparado a sí mismos correctamente para tratar con el púrpura, son los que lo han transmutado en amatista de ba­lance y espiritualidad, y han llegado a ser grandes maestros y reformadores, los promotores de los pode­rosos esfuerzos de paz y servicio.

El clásico ejemplo del ofrecimiento de poder del púrpura se encuentra en la historia bíblica de la ten­tación de Jesús cuando se le ofrecieron todos los rei­nos del mundo. Pero El escogió la parte amatista y espiritualizada del rayo y así devino un rey en las cosas del espíritu, en vez de las cosas de la Tierra. Para el mundo esta decisión puede parecer una falla y una confesión de debilidad; lo que El escogió fue realmente muy sabio, pero no nos daremos cuenta de ello hasta que tengamos una apreciación más com­pleta del poder del espíritu. La clave del rayo violeta-amatista es el servicio, el desprendimiento: servir aun autosacrificándose. Analicemos en qué forma sirve este rayo al hombre.

Cuando en el sistema 'humano impera una excita­ción nerviosa y vascular, el violeta tiene una gran afi­nidad para esas condiciones, trayendo armonía y sa­lud, como será visto en los casos de neurosis, irritación nerviosa, neuralgia y enfermedades inflamatorias de los nervios.

La neurosis tiene un agente curativo supremo en el violeta. Esta dolencia se encuentra a menudo en ti­pos activos, musculosos que sólo "viven en sus ner­vios". Predomina quizás entre artistas creativos tales como músicos, actores y cantantes, en cuya profesión a menudo se gasta una gran cantidad de energía ner­viosa. Tal gente es agudamente intuitiva y se pierde a sí misma en las sutilezas artísticas de otros mundos superiores. Pero regresar a la rutina física —detalles, necesidades, problemas y decisiones—, es un sacudi­miento para sus sistemas. El contraste es tan extremo, tan repentino, tan turbulento y desagradable, que agrava el deterioro de los nervios. El resultado es una oposición emocional, o lo que es conocido como "ra­bietas temperamentales", y una injuriante jactancia. Dentro de ellos encontramos también a los "Jekylls-y-Hydes", que padecen de esquizofrenia, o personalidad desdoblada.
"Las 7 claves de la cromoterapia"
Roland Hunt

VERDE

Metales que irradian el verde: Sodio, cobre, ní­quel, cromo, cobalto, platino, aluminio, titanio.
Elementos químicos y gases: Carbono, nitrógeno, sulfato ferroso, ácido hidroclórico, clorofila.
El mejor cristal para usarse contiene combina­ciones de los metales y elementos químicos arriba mencionados, y óxido de hierro.

Alimentos: la mayoría de vegetales y frutas ver­des que no sean ácidos o alcalinos en su reacción.

Enfermedades típicas a las que los sujetos del rayo verde están propensos: problemas del corazón, presión sanguínea, úlceras, cáncer. El rayo verde es invaluable para aliviar dolores de cabeza, neuralgia, in­fluenza; sífilis, erisipelas.

Características y efectos del verde: el verde es el color de la naturaleza, de la fuerza balanceada, del progreso en el cuerpo y en la mente. El verde está a favor de la armonía, poseyendo una influencia calmante sobre el sistema nervioso. De aquí el pro­fundo significado de las bellísimas palabras del salmo 23: "En lugares de delicados pastos me hará yacer... junto a aguas de reposo me pastoreará", como las que se encuentran en el planeta Tierra. La filosofía hindú asocia el verde con las aguas de la Tierra, las que hacen que se incrementen las vibraciones armónicas de nuestros pensamientos y traen la paz a nuestros sentidos. El deseo de campos verdes y árboles, después del hechizo de las piedras grises y ladrillos rojos de la ciudad, es el instintivo anhelo físico por el tónico del color de la naturaleza que calme y restaure. El verde es neutral, es el punto de apoyo del espectro solar, el punto de balance.
El verde no es cálido ni astringente, ni ácido ni alcalino. El verde perón es el resplandor de la her­mandad, la vibración de los motivos impersonales, el común denominador de toda la naturaleza.

Localidad y afinidad: El verde estimula el chakra cardiaco, o centro del corazón. Justo como el corazón de la naturaleza encuentra su estímulo en el verde, así también el corazón del sistema humano lo encuentra.

Este color afecta nuestra presión de la sangre de una manera singular: el amarillo que hay en él, fuerza el cerebro para actuar más enérgica y refres­cantemente, mientras que la mitad azul inculca mo­deración a esa presión induciéndola a una acción muy parecida a la marea; en cambio el rojo, que también incrementa la circulación sanguínea, lo hace más a menudo a través de una actividad emocional súbita, más bien que una actividad mental balanceada.

Es interesante notar que nuestros científicos y químicos producen ahora concentraciones de esta esen­cia verde de la naturaleza, conocida como clorofila, para estimular y sostener la acción del corazón. Tales tabletas son sólo ondas de luz densificadas. Como­quiera que sea, el verdilume ofrece el medio más fino para tomar esta energía solar, el cual es así el escalón más cercano a su fuente.

Cuando la primavera llega al mundo, estamos cons­cientes del cambio que viene con la llegada de los vástagos de los troncos y ramas de los árboles y de los brotes verdes del corazón de las simientes. Esta­mos acostumbrados a asociar a la primavera con nue­va energía en nuestros propios troncos, extremidades y corazones. Después que pasa el invierno con sus días descoloridos y grises, sentimos frescura y brillantez interior, más luminosos en espíritu y mejores en sa­lud. Aunque no nos demos cuenta de ello, es la ac­ción del rayo verde por renovar lo que sobre nuestros cuerpos sutiles y también sobre el material causa que tengamos esos sentimientos.

NARANJA


 


Metales que irradian naranja: selenio, hierro, cal­cio, níquel, zinc (no se recomienda para usos curati­vos), rubidio, manganeso.


Elementos químicos y gases: carbón, oxígeno (li­gero) y muchos alcalinos.
El mejor cristal para usarse en este tratamiento contiene selenio y óxidos de uranio, manganeso y plomo rojo.

Alimentos: la mayoría de las frutas y vegetales de cáscara color naranja; zanahorias, salsifís, calabazas, naranjas, chabacanos, persimonios, mangos, melones, mandarinas, duraznos.

 

Enfermedades típicas de los sujetos del rayo na­ranja: asma crónica, fiebre flemática, bronquitis, tos húmeda, gota, reumatismo crónico, inflamación de los riñones, piedras biliares, prolapso, interrupción de la menstruación, debilidad mental, epilepsia, cólera, etc.

Características: el naranja tiene una acción liberadora sobre las funciones mentales y cor­porales; remedia depresiones, combina la energía fí­sica con la sabiduría mental, induce la transmutación entre la naturaleza inferior y la superior, agota las ten­dencias morónicas ayudando a desenvolver y desarro­llar la mentalidad; es por eso que con frecuencia se le denomina "rayo de la sabiduría". Mediante su uso somos capaces de sanar el cuerpo físico y al mismo tiempo inculcar a la mente alguna compren­sión de cómo mantener el cuerpo en buen estado una vez que ha sido sanado. El naranja es tibio, alentador, ineléctrico, no astringente.

Localización y afinidad: el naranja controla el se­gundo chakra o centro esplénico (y el páncreas); asis­te a la asimilación y distribución de los procesos circulatorios. Contiene la vibración adecuada hacia la entrada del bazo. A través de sus rayos activos la esencia de todos los alimentos es asimilada, clasifi­cada y distribuida a los diversos centros creativos o departamentos del sistema humano.

El efecto del naranja sobre la mentalidad es agre­gar la asimilación de nuevas ideas, para inducir la iluminación mental con un sentimiento de libertad de las limitaciones. El exceso del naranja sobre la mente, y las emociones en algunos casos, puede in­ducir a la sobreindulgencia, así que debe usarse con imparcialidad, comprendiendo que siempre debemos prescribir color con la conciencia de nuestra singula­ridad individual; aun cuando dos personas pertenez­can al mismo tipo de rayo, no reaccionan exactamente en la misma forma. Por lo tanto los tratamientos no deben ser precisamente iguales; los factores indivi­duales del rayo del sujeto, sus colores de inspiración, actividad y reposo siempre varían la prescripción.

"Las 7 claves de la cromoterapia"
Roland Hunt

23/1/09

AZUL





Metales que irradian azul: estaño, plomo, cobalto, cobre, níquel, zinc, cadmio, manganeso, aluminio, ti­tanio.

Elementos químicos y gases: sulfato de cobre, áci­do fosfórico, cloroformo, ácido tánico, oxígeno.
El mejor vidrio para usarse en el tratamiento de enfermedades contiene óxido de cobre y sulfato de amonio.

Alimentos: La mayoría de frutas azules, ciruelas azules, arándanos, etc.


Enfermedades típicas a las que los sujetos del rayo azul están propensos: todos los problemas de la gar­ganta: laringitis, paperas, inflamación de la garganta, ronquera; dentición. También las siguientes enferme­dades pueden ser curadas con azul: fiebre, fiebre escarlatina, tifoidea, cólera, plaga bubónica, viruela, varicela, sarampión, aftas, apoplejía, histeria, epilep­sia, palpitaciones, espasmos; reumatismo agudo; y tam­bién, vómitos, disentería, diarrea, ictericia, biliosidad, cólicos; también intestinos inflamados, ojos inflama­dos, picaduras, sarna, dolor de muelas; cefalea, des­órdenes nerviosos, insomnio, menstruación dolorosa, choques, etc.

Características y efectos del azul: "El rayo azul es uno de los más grandes antisépticos en el mundo", declaró el doctor Babbitt. Su luz es tranquilizante, eléc­trica, soporífera, astringente. La luz azul transmitida a través del vidrio correcto detiene los derrames de sangre en los pulmones, disminuye las fiebres, cura las inflamaciones de garganta y hace muchas otras cosas en apariencia incomprensibles, si es propiamen­te aplicada. El rayo azul se relaciona con toda faceta de la verdad; la ciencia y la invención exponen esta in­fluencia del rayo azul. Parece tener su lado negativo, tal como emplear la búsqueda inventiva para ob­tener adelantos físicos, y con ello producir armas de guerra. También "sentir el azul" indica el recono­cimiento instintivo de esta propiedad sedativa del rayo azul. No obstante, el azul tiene su lado positivo atribuible a las cosas del espíritu: la verdad, la lealtad, la confianza, de aquí que nosotros hablemos de "azul como los cielos", "verdad azul" y "de sangre azul".
Se ha dicho que la verdad es la conquista de todo, y que es algo cruel, pero esto es más aparente que real. ¿Ha tratado usted de vivir por un día en una atmósfera de verdad perfecta? Si usted percibe la verdad exacta en todas las cosas, usted estará per­fectamente a tono con el rayo azul y su efecto cal­mante y sereno le será de gran beneficio. El azul es usado por completo únicamente en un estado de per­fección.

Localidad y afinidad del azul: el azul controla el chakra laríngeo, o centro de la garganta, a menudo definido como el centro del poder y "el más grande centro creativo en el cuerpo del hombre". Esto es así porque es su más grande centro de autoexpresión en el habla. ¡Qué bien sería que pudiéramos meditar a menudo sobre el poder creativo o destructivo del lenguaje! Los rayos azules, relajando y calmando, traerán incluso gran quietud y paz a la mente que está preocupada, excitada o en un constante estado nervioso.


"Las 7 claves de la cromoterapia"
Roland Hunt

AMARILLO

Metales que irradian amarillo: oro, bario, calcio, cromo, níquel, zinc, cobre, estroncio, cadmio, cobalto, manganeso, aluminio, titanio.

Elementos químicos y gases: carbono, sodio, fós­foro y muchos alcalinos.
El mejor cristal para usarse en tratamientos con­tiene compuestos de hierro en presencia de mangane­so, uranio u óxido de plomo rojo, y azufre.

Alimentos: Chirivías, pimientos amarillos, maíz do­rado, camote, plátano, calabaza, pinas, limones, toron­ja, melón dulce y la mayoría de las frutas y vegetales de cáscara amarilla.

Enfermedades típicas a las que los sujetos del rayo amarillo están propensos: problemas estomaca­les, indigestión, y la variedad de dolencias relacio­nadas con ellas: estreñimiento, flatulencia, problemas del hígado, diabetes, hemorroides, eczema y proble­mas de la piel, lepra, extenuación nerviosa.

Características y efectos del amarillo: estos ra­yos conducen corrientes magnéticas positivas y no astringentes, teniendo un efecto alcalino que forta­lece los nervios. Los rayos amarillos despiertan, ins­piran y principalmente estimulan una mentalidad su­perior —las facultades de la razón— sobre la cual ellos tienen un efecto muy poderoso y notable. Así, a través de su iluminación, el amarillo añade auto­control.

Localidad y afinidad: el amarillo estimula el ter­cer chakra, o plexo solar, el gran líder del siste­ma nervioso, que controla los procesos digestivos en el estómago y el cerebro. El amarillo ayuda a purificar el sistema a través de su acción eliminativa en el hígado y los intestinos; limpia los billones de po­ros del cuerpo que expelen e impelen; mejora la textu­ra de la piel, sanando cicatrices y otras manchas. El amarillo tiene además un efecto enriquecedor sobre las zonas intelectuales del cerebro. La interpretación exotérica del amarillo como miedo es groseramente incorrecta. Ciertamente el miedo que es percibido en el cerebro es a menudo sentido en el plexo solar a causa de la verdadera negación de los positivos rayos del amarillo. El color del miedo es básicamente el gris, aunque en éste algunas veces se ven tintes de mostaza.

El amarillo representa una materia a la que los humanos le han otorgado el más alto valor: el oro. Cuando deseamos apreciar el valor de una cosa, por lo general la comparamos con el oro. "Vale su peso en oro" es una frase común que demuestra el desmedi­do valor que le conferimos. Al conceder altos honores o recompensas otorgamos medallas, relojes, copas y portamonedas de oro.


La sabiduría es en mucho para la mente lo que el oro es para la materia. Justo como la utilidad del oro en el cuerpo del mundo descansa primero en la adquisición y después en la circulación (distribución), así también los rayos dorados juegan su papel más importante en el cuerpo humano en los sistemas asi­milativo y circulatorio.
Aquellos que encarnan en el rayo amarillo tienen un deseo de búsqueda de conocimiento o sabiduría. Sus problemas usualmente descansan en el amonto­namiento de más de lo que pueden digerir y poner en circulación, tanto mental como físicamente.


"Las 7 claves de la cromoterapia"
Roland Hunt

ROJO

Metales que irradian rayos rojos: hierro, rubidio, titanio, bismuto, zinc, cobre (el último irradia ade­más su color complementario, el verde).1

Elementos químicos y gases: potasio, óxido férrico, trióxido ferroso, carbonato de amonio, bromo, cal apa­gada, 2 hidrógeno y varios alcalinos.
El mejor cristal para usarse con el propósito de este tratamiento contiene algunas de las sustancias minerales mencionadas.

Alimentos: betabel, rábano, col morada, berros, es­pinacas, berenjena, la mayoría de las frutas de cáscara roja; cerezas negras, grosellas rojas, ciruela roja, etcétera.

Enfermedades típicas a las que los sujetos del rayo rojo están propensos: padecimientos de la circulación, anemia, debilidad física y laxitud, resfriados, defi­ciencias circulatorias, parálisis, etc.
Características del rojo: el rojo ha sido llamado el "Gran Energizante", el "Padre de la Vitalidad", por su inmenso efecto elemental sobre la constitu­ción física del hombre. Para animar la fuerza de la sangre son excelentes el rubigas y el purpurgas. El rojo es calorífico, calienta la sangre arterial y así in­crementa la circulación. La culminación de los rayos de calor (termales o infrarrojos) está considerable­mente más allá del rojo, según el profesor Robert Hunt. El rojo es muy rico en rayos caloríficos; es al­calino, ineléctrico, no astringente.

Localización y afinidad: el rojo controla el chakra más inferior, o centro cóccico, en la base de la es­pina (y además las extremidades inferiores), que go­bierna la vitalidad del cuerpo físico, particularmente los procesos creativos, procreativos y restauradores.

El tratamiento con rojo estimula este centro, causando que la adrenalina, almacenada en las glán­dulas cerradas bajo su control, sea descargada en la corriente sanguínea. Bajo la luz roja (rubilume) los corpúsculos de la hemoglobina se multiplican en la sangre y, con el incremento de energía liberada, la temperatura del cuerpo se eleva, la circulación se extiende y vigoriza, dispersando la laxitud y las en­fermedades productoras de moco, tales como catarros crónicos.

Por lo tanto, el rojo es útil para remover las con­diciones de adormilamiento y pereza. Expande y ac­tiva lo que ha sido contraído y retenido así por la in­fluencia de un azul frío riguroso.


El rojo es voluntarioso, afirmativo y destierra el sentido de la limitación e incapacidad para contender con las cosas. Promueve la jovialidad y la iniciativa.Espiritualmente, el rojo fortalece el poder de la voluntad y el valor para superar la cobardía y la fal­ta de una fe particular.

"Las 7 claves de la cromoterapia"
Roland Hunt

18/1/09

VERANO '09 EN LA FUNDACIÓN JUNG

El lenguaje del color en Arte Terapia

Taller vivencial coordinado por
Verónica D’Agostino
Artista Plástica y Arte Terapeuta


Temario:

- El simbolismo de los colores
- Diferencias y similitudes entre la perspectiva académica y terapéutica del color
- El color como herramienta en Arte Terapia
- Cromoterapia

Concurrir con hojas blancas y elementos para pintar a elección (lápices, acuarelas, crayones, etc.)